Sexto semestre

sábado, 8 de octubre de 2011

La creación del Estado de Israel

La proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, situó por primera vez frente a frente a sionistas, palestinos y Estados árabes. Las posiciones oficiales de cada una de las partes ante el conflicto habían quedado claramente establecidas en el debate sobre el plan de partición aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947.
El elemento central de la resolución 181 era la solución biestatal para Palestina: la partición de la zona en dos Estados soberanos, uno judío y el otro árabe; junto con el área del Gran Jerusalén, Belén incluida, que debía quedar bajo administración de Naciones Unidas. Las fronteras de estos Estados se definieron según criterios de concentración de población árabe y judía, aunque el entrevero de las dos comunidades hacía imposible la creación de Estados homogéneos. Tanto árabes como judíos se convertían en ciudadanos del Estado en el que residían, con libertad para elegir la ciudadanía fuera del Estado de residencia y disfrutando de plenos derechos civiles y políticos; además, se prohibía la expropiación de suelo excepto por necesidades públicas y con total compensación. Tampoco estaba permitida la emigración árabe al Estado judío ni la judía al Estado árabe durante el período de transición.
Los nuevos Estados judío y árabe se debían regir por constituciones democráticas y comprometerse a resolver los conflictos internacionales por medios pacíficos. También debían garantizar los derechos religiosos y el libre acceso a los lugares sagrados. La resolución también ponía una fecha límite, 1 de agosto de 1948, para la terminación del mandato del Reino Unido sobre Palestina y para la retirada militar británica, al mismo tiempo que establecía que una comisión de Naciones Unidas supervisaría la transición.
Palestina se debía mantener unida económicamente con la creación de una unión aduanera, una moneda común, la administración común de las principales infraestructuras y el desarrollo económico conjunto, particularmente en lo que se refería al regadío y a la gestión del suelo agrícola, así como el uso no discriminatorio del agua y las fuentes de energía. Paralelamente, se debían garantizar la libertad de tránsito y de visita para los habitantes de los dos Estados y de Jerusalén.
La corriente mayoritaria en el movimiento sionista defendía como objetivos prioritarios la creación de un Estado judío, aunque fuera sólo en parte de Palestina, y que se abrieran las puertas a la inmigración judía en Palestina para facilitar el cambio demográfico en la zona y la consecución de una mayoría judía. El punto de partida mínimo planteado por los sionistas para una posible negociación era la independencia nacional.
Los árabes, tal como expresaban en la Declaración presentada ante el Comité Anglo-Americano de Investigación, de ninguna forma podían aceptar las demandas sionistas. Defendían su derecho a Palestina por derecho de residencia. Veían en la inmigración extranjera y en el sionismo una amenaza que los dejaría en minoría en un Estado extranjero, y reclamaban como mayoría su derecho democrático a tomar sus propias decisiones.

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